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cosmovision-maya

Ixmukane nuestra abuela de la creación, molió las mazorcas de maíz blancas y amarillas, de la masa formó los cuatro cuerpos de nuestros abuelos: Balam Kitzen, Balam Aq’ab’, Majukutaj e Iq’ B’alam e hizo nueve bebidas para que fueran la sangre de nuestros primeros abuelos y padres.

Pop Wuh

La civilización Maya es la unidad de espiritualidad, ciencia y agri-cultura, siendo la agricultura en armonía con la naturaleza una manifestación y base de existencia de la persona y la sociedad como parte del tejido cósmico. Esta vocación de vida y de agricultura, que honra los recursos existentes, la biodiversidad y los preserva para las generaciones venideras, la orienta integralmente el calendario sagrado, Chol q’ij o calendario Lunar de 260 días, 9 lunaciones, tiempo de gestación de la vida humana, en unión con el calendario solar Ab’, calendario agrícola de 365 días.

dios-del-maizConocer el tiempo es muy importante porque aparte de regir las labores agrícolas, cada día brinda su consejo, dado que cada día tiene su propia energía y cifra numérica; cada día tiene su propio encanto y secreto, su nombre, su nawal, ser vivo que lo alienta; cada día es inspirado por una dirección cardinal, que brinda la fuerza de uno de los elementos esenciales: fuego, aire, agua y tierra. Esto hace que cada día tenga su vitalidad particular. Un día con la misma vitalidad se repite cada 52 años, cuando Chol q’ij y Ab’ vuelven a coincidir. Esta riqueza de ideas y hechos espirituales y materiales es lo que orienta a la persona y a la comunidad en su actuar siendo una unidad con la agricultura.

La agricultura promovió perfeccionar la cuenta del tiempo, cuenta que tiene una función espiritual, social y científica, cuando la agricultura no se diferenciaba del ser, de la sociedad, ni del cosmos. En esta integridad se valora y respeta la unión entre el cosmos, la naturaleza, las personas y todos los seres vivos, reconociendo la interdependencia y complementariedad, porque las personas, como todos los seres, son parte del tejido cósmico. La tierra es valorada como la Madre Tierra, quien brinda todo para que la vida sea posible, produce los árboles y todas las plantas, brinda el agua y llama la lluvia, alberga y alimenta a los animales quienes crean la música y la danza, y permite producir los alimentos de la comunidad. Por ello la persona pertenece a la Madre Tierra, la tierra no es una propiedad, no se vende ni se compra. La persona pide permiso y hiere a la Madre Tierra para sembrar y producir. El producto de la agricultura concedido con el amor de la Madre Tierra, el Padre Cielo, la Hermana Agua y el Hermano Sol es para alimentar el ideal social: vivir bien, que consiste en que toda la comunidad tenga suficiente para vivir y compartir en armonía. El “buen vivir” no acepta que algunas personas tengan más de lo necesario al mismo tiempo que otras no tienen suficiente y sufren, porque responde al valor más primario: “tú eres mi otro yo”. El Corazón del Cielo y el Corazón de la Tierra conforman a la persona dándole corazón, mente y cuerpo, capacidad íntegra que le permite vivir con dignidad amando y respetando todo lo que le permite existir.

madre-tierraEl Pueblo Maya es una civilización agrícola. A lo largo de miles de años desarrolló un amplio y profundo conocimiento y práctica agrícola que brindaron bienestar y permitieron alcanzar un complejo desarrollo económico, político, social y cultural (Coe 1999). La vida del Pueblo Maya y la agricultura, parte esencial, son dirigidas por una visión holística de interdependencia física y espiritual, y por una cosmovisión asentada en la espiritualidad. Estas características son vitales y persisten como inspiración y guía para desarrollarse integralmente de manera complementaria en armonía y equilibrio con la naturaleza, la familia y las comunidades (Saqb´ichil 2000). La cultura Maya valora que todos los seres tienen su lado claro y su lado oscuro, caliente y frío, masculino y femenino; estos supuestos opuestos no se contradicen ni están en competencia, sino que se complementan y se necesitan para poder existir en un ciclo de desarrollo permanente. Se reconoce entonces la diversidad como característica esencial de la vida, lo distinto no es opuesto sino es complementario, por ello en la agricultura se mantiene la diversidad.

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